enero 31, 2016

Berrinches de Novelista Novato #50: Breve improvisación sobre la vida moderna


Le echamos la culpa a las estrellas, nos quejamos del movimiento acelerado del calendario y de la fugacidad de un tiempo sin pausas. Nos topamos con la vida moderna sin más preámbulo que los sueños, sin más enseñanza que la obtenida entre errores y movimientos bruscos de timón. Vivimos el momento con la furia de una plaga sobre el planeta, creamos incendios, construimos ciudades, arrollamos el asfalto y la tierra a nuestro paso. Al final nos quedaremos heridos con un llanto sosegado por el ruido de nuestra soledad.

El caos ha inventado rituales irresistibles, fanatismos geniales donde nos regodeamos como quienes no pertenecemos a otro lugar que no sea el vacío de nuestra propia indiferencia. Entre café, redes sociales y cigarrillos, desayunamos banalidad deslactosada, basura informativa y datos estúpidos para juicios abrasivos. Trabajo y sacrificio se han vuelto sinónimos carentes de trascendencia por sí mismos, ansiamos terminar la semana sin heridas ni muertes qué reportar en pos de un descanso desgarbado y redundado.

Hemos perdido el don de vocalizar nuestro sentir, de la conversación frente a frente, de la sonrisa sincera; cada día tenemos más miedo a mirar a los desconocidos a los ojos buscando alguna charla espontánea o alguna empatía. Nuestra música amordaza los sonidos de la vida cotidiana, el rugido de las máquinas es una plaga, el cuchicheo de las personas es hipnotismo que induce al vicio; las plegarias de las iglesias y los templos no tienen altar ni deidad, no hay punto medio entre bondad y maldad. Todo se resume en ocio y negocio para la nueva sociedad.

Los ingredientes están puestos en la mesa para que en cualquier momento perdamos la razón. Podría ser el bufón que encienda la mecha buscando entretener a los amos de nuestra sinrazón.

Sin conmoverse ni ofenderse, pasa nuestra vida como quien espera la muerte.

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