diciembre 30, 2015

¡¡¡Feliz Año Nuevo 2016!!!


Me atreveré a decir que el año 2015 fue lo más parecido a un año de resurrección, a un año donde pasaron todas las circunstancias que me permitieron sentirme pleno por primera vez en mucho tiempo, no sin antes ponerme retos importantes. Lo que en un inicio fueron cuatro meses muy complicados derivaron en una gran transformación en mi trabajo y en mi espíritu, en el reconocimiento de lealtades que me faltaba cultivar y el encuentro de amistades plenas y entrañables; hoy tengo muchas más razones para decir que el año que termina fue de los mejores de mi vida.


Debo confesar que mucho le debo al psicoanalista por permitirme darle foro a mis temores y obsesiones; no dudo que hay veces en que me quisiera abatir a cachetadas por no hacer lo que me sugiere, pero tiene el crédito de haberme hecho mucho más paciente hacia las cosas que me pasan. No he perdido mi tremenda e insoportable neurosis (ni la perderé), pero he aprendido que canalizarla y descargarla no es tan malo como parece. Poco a poco he vencido miedos que tenía muy claros pero que no me había animado a enfrentar; aún falta mucho por recorrer.

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Uno de esos avances ha sido mi actitud hacia los cambios y hacia lo desconocido; para 2016 cambiaré de puesto en el trabajo, lo cual implicará muchos aprendizajes y nuevas oportunidades. Lo que muchos podrían ver como un "volver a empezar" lo veo como una nueva faceta que ansío desempeñar con muchas ganas. Agradezco a mis jefes que no han dudado en aventarme hacia nuevos retos, de darme oportunidades para mostrar lo valioso que soy, para ellos no tengo más que respeto y fidelidad. Enero será difícil, pero lo estoy esperando con mucho ahínco.

No todo ha sido trabajo, incluso dentro de la oficina. 2015 ha sido un año en el cual he ampliado las querencias de mi corazón hacia personas muy valiosas que me han brindado un poquito de su amistad. Los que han leído este blog saben que hace tiempo dejé de hacerme propósitos, pero si tuviera que hacerme uno sería el cosechar más momentos junto con esas personas que han hecho casa y calor dentro de mi corazón. Tiempo tendremos de sobra mientras tengamos salud; agradezco a todos ellos por dejarme ser parte de sus vidas.

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Pido por la salud porque el fin de año pasado fue muy delicado; la enfermedad de mi abuela fue el catalizador de que pidiera terapia psicoanalítica en un inicio, fue un reto de paciencia para un corazón con serias tendencias a los cambios de humor repentinos como montañas rusas, como cardiogramas. Gracias a Dios ella se encuentra bastante bien, con los cuidados de mi madre ha logrado salir adelante y mejorar su estado de ánimo; mi único deseo sería que mis tíos se involucraran más con ella, aunque estoy seguro que con mamá no podría estar mejor.

Y finalmente, quiero reflexionar sobre estos escasos escritos redactados a lo largo del año. Entiendo que éste ha sido un mal año para esta bitácora personal y en general para mis aspiraciones literarias; podría engañarme y decir que me he dedicado más a las vivencias, pero he perdido un poco el gusto de escribir y en consecuencia, mucha calidad. El siguiente año tendré que acercarme más a describir y a redactar por el trabajo; ojalá también sea una polea para mis sueños novelísticos o, de menos, un nuevo enfoque hacia mi voz y mis palabras.

Llegará el día en el que volveré a escribir como si no hubiera mañana; todo vuelve, el talento también. De eso estoy seguro.

A todos los que topen con este blog, les deseo el mejor 2016 en compañía de sus familias y seres queridos.

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