diciembre 02, 2011

Asuntos Pop #1: Enrique Iglesias - Dímelo / Do You Know? (The Ping Pong Song)


En las últimas horas, he estado repasando mi lista de guilty pleasures de pop en español en Youtube, y me acordé de Enrique Iglesias y del video de "Dímelo", conocida en inglés como "Do You Know? (The Ping Pong Song)", parte del disco Insomniac (2007). Esta canción, según las listas que cita Wikipedia de hit parade, es la más exitosa que ha tenido el español en su carrera como cantante.

Una luz se prendió en mi cabeza cuando acabé de ver el video, y la idea que tengo es bastante alocada y carece de fundamentos, pero creo que vale la pena compartirla. ¿Puedo explicar mi punto de vista sobre la música pop en español en la industria musical, dominada por el idioma inglés, los artistas y los géneros producidos en Estados Unidos? No tengo la intención de hacer un estudio visual de los videos de Enrique Iglesias ni nada por el estilo, simplemente trato de dar una opinión apoyado en un recurso visual; otros ejemplos de artistas "latinos" que podría citar son Shakira y Ricky Martin, pero de la primera hablaré en otro momento, mientras que del segundo no tengo qué decir.

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Los invito a ver el video, si así lo prefieren en mute, que comienza con Enrique y su agente llegando a la suite de un prestigiado director angloparlante de videos musicales, interpretado por Jon Abrahams, el cual ha estado viviendo la vida loca, rodeado de varias modelos en poca ropa yacientes en la cama y en los sillones; un par de chicas juegan ping-pong, introduciendo el sample que sirve como ritmo de la canción. El director ejemplifica una parodia de los típicos creativos de la industria, de esos egos que "siempre" tienen las mejores y más innovadoras ideas; una mezcla bastante pedante entre actor de método, lamebotas, party boy y rock star frustrado. Sin duda, Enrique Iglesias ha visto muchos directores como ése a lo largo de su carrera.

El sujeto lanzará dos ideas para un posible video musical, las cuales se desarrollarán durante la duración de la canción; son dos clichés diferentes para videos musicales del género: el primero presenta una alberca, trajes elegantes, un hotel de lujo y la imposible mujer perfecta, interpretada por la hermosísima modelo sonorense Pamela Burgos. Las escenas de flirteo y toqueteo entre Enrique y Pamela se intercalan con una pequeña narrativa, donde ella se harta de su pareja y huye del hotel, sólo para ser atropellada por un automóvil frente a la escalinata del hotel.

La escena se corta para ver la cara de frustración de Iglesias ante la idea; al ver que la idea no gustó, el director lanza un segundo cliché: una escena de idilio en un bosque entre Iglesias y su amor de preparatoria, encarnado en la modelo argentina Yésica Toscanini. Si han visto la versión cinematográfica de la serie Crepúsculo, saben de qué tipo de cursilerías estoy hablando, un juego de perseguir a la amada que se deja alcanzar. Entonces ella se adelanta, voltea hacia su amado, su mirada de enamorada retrocede lentamente hacia la orilla de un barranco, del cual se tirará finalmente ante la impotente mirada de Enrique.

El "video" termina con la exaltación del director al terminar de contar su idea, a lo que sigue una cara de enojo de Iglesias, quien tras decirle a su manager lo que piensa del tipo que está frente a él, se sale del departamento. El director, un hombre que vive en su propia burbuja de autoveneración, piensa que ha triunfado y se recuesta en la cama a lado de las modelos que ahí reposan.

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Desde mi particular punto de vista, el video de "Dímelo" ejemplifica las relación de amor - odio entre la industria musical pop en español y el gran mainstream norteamericano, representado en el poder de sus disqueras transnacionales. Los asuntos creativos de los artistas pop hispanohablante de gran alcance están cada vez más enfocados en necesidades de un mercado global, el cual ha sido dominado siempre por la música en inglés, lingua franca del mundo gracias al poder mediático y económico de Estados Unidos.

Los grandes actos de música pop de América Latina se ven en la necesidad de hacer el crossover de idiomas para llegar a una audiencia mayor, y con el cambio de lenguaje viene, en la gran mayoría de los casos, el cambio de "sonido". Raros son los casos de grupos y solistas que pueden "dar el salto" conservando su idioma y el sonido que funcionó en el mercado hispanohablante. La llamada "World Music", el cúmulo de músicos que se engloban en el término indie y la adquisición libre de música por Internet son dinámicas paralelas, aunque relacionadas, a lo que identifico como el mainstream, jerárquico y vertical, cercano a la sociedad de consumo y a la generación MTV.

De ahí que Shakira haya pasado de ser una cantante bruta, ciega, sordomuda a mover las caderas como loba, loca, rabiosa. De ahí que Ricky Martin pasó de ser un típico chico sensible a la bomba sexual de "Livin' la Vida Loca". Para volver al tema, mencionemos que cuando Enrique Iglesias comenzó, cantaba sobre experiencias religiosas; ahora hace canciones con Pitbull, burdo y pretencioso remedo región 4 de Kanye West.

Todas esas tensiones están presentes en el video: la producción y el management de Enrique Iglesias está en manos de un americano, las ideas visuales se adaptan a modelos creados por la industria de videos musicales americanos, las ideas del cómo debe ser un artista pop latino se conciben desde la parte más alta de la pirámide. La canción, como ya mencioné, se lanzó en dos idiomas para dos mercados, donde lo que América Latina recibe depende directamente de la concepción "internacional" del mercado dominante.

La música en español sigue buscando, al día de hoy, un lugar en el mercado norteamericano, el cual tiende a uniformizar por encima de incluir. Los Latin Grammys siguen siendo un intento erróneo que busca legitimizar un mercado independiente en apariencias, pero que en el fondo es sólo un apéndice de una industria que deglute de forma salvaje todo lo que sea comercialmente viable. Ganar el Grammy americano sigue siendo el "gran logro" al que aspira el artista latino, porque lo equipara con la gran producción americana, lo hace "entrar por la puerta grande", aceptándolo como parte de la uniformidad.

Este ensayo terminó hablando más de la industria musical estadounidense que de un "mercado latino" per se; las líneas son cada vez más delgadas y, desde mi punto de vista, se están diluyendo. La cultura pop de América Latina buscó, en algún momento de su devenir, explorar su legado histórico para adaptarlo a sus realidades y necesidades creativas; ahora sólo son marcos canónicos de referencia, que le dan una validación como "latinos" en el mundo globalizado.

Creo que la industria musical es un eterno juego de ping pong en donde, por más que Enrique diga que "ese cabrón está loco", termina dando su brazo a torcer.

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