abril 17, 2011

Recomendación Museística #3: Museo Soumaya en Plaza Carso

Tiene rato que no realizo una reseña sobre algún museo de la Ciudad de México, y tengo material para realizar ésta desde hace dos semanas. A continuación hablaré del museo que más ha dado de qué hablar en los últimos años en nuestro país, la nueva sede del Museo Soumaya, localizada en el nuevo complejo llamado Plaza Carso, al poniente de la capital.

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El edificio del Museo Soumaya en Plaza Carso
al atardecer (Foto del autor)

El Museo Soumaya, el cual porta el nombre de la coleccionista y finada esposa del empresario Carlos Slim, Soumaya Domit Gemayel (1948 - 1999), fue inaugurado hacia 1998 en Plaza Loreto; estaba albergada en un edificio que fue una fábrica de papel a inicios del siglo XX. Para conmemorar las fiestas del Bicentenario, su dueño decidió traspasarla a un nuevo complejo, el cual fue construido por su consorcio y diseñado por el arquitecto Fernando Romero. El arquitecto es además el esposo de Soumaya Slim Domit, curadora del museo e hija del ingeniero Slim.

Además de que Plaza Carso será el nuevo centro neurálgico de los negocios de Slim, también busca fomentar el crecimiento urbanístico de esa zona, la colonia Ampliación Granada, caracterizada por tener muchos espacios sin uso. Este barrio está localizado al norte de la colonia Polanco, una de las zonas con mayor poder adquisitivo de la Ciudad de México. El proyecto buscará convertir a la zona circunvecina de la Plaza Carso en un centro urbano de enorme plusvalía y con importancia cultural y turística; en donde hubo vías de tren y fábricas se construirán enormes conjuntos departamentales verticales, el Museo de la Colección JUMEX de Arte Contemporáneo, un hotel de súper lujo y el Teatro Cervantes.

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En pocas palabras, Carlos Slim está viendo un enorme negocio en la zona norte de Polanco para él y sus socios. Este tipo de procesos de transformación urbana son conocidos como procesos de gentrificación, y tratan de volver burguesa una zona abandonada o paupérrima. Los ejemplos en los cuales se basa esta apuesta de volver a un museo el ancla de un aburguesamiento son dos: el Museo Guggenheim en Bilbao y el Salón de la Fama del Rock N' Roll en Cleveland.

"El Pensador" de Rodin en
el vestíbulo del Soumaya
(Foto del Autor)
He ido dos veces ya, la primera en solitario debido a una tarea, la segunda con mi adorada K.P.A.G. Tardé un poco en darme cuenta de que lo pretencioso del proyecto está reflejado en el vestíbulo que recibe a los visitantes; tras las revisiones de rigor para entrar, con detector de metales y banda de seguridad, me fijé en las tres esculturas de bronce y en el mosaico de dos caras y en la enorme pintura que ahí se pueden apreciar.

Los tres bronces son copias autorizadas de tres obras notables de la historia del Arte: El Conjunto Laocoonte, escultura griega tardía que se encuentra en la colección del Vaticano, la Piedad de Miguel Ángel, uno de los grandes maestros del Renacimiento, y El Pensador de Auguste Rodin, escultor francés de finales del siglo XIX de quien Slim tiene la colección más grande fuera de Francia. El mosaico de dos caras es una escena costumbrista de Diego Rivera, el baño de varios personajes de aspecto indígena; la pintura es una de las tantas representaciones de sandías de Rufino Tamayo.

Con estas piezas, la institución está poniendo sus bases en el Gran Arte, sin olvidar al Arte mexicano, o mejor dicho, dándole validez. También nos otorga un panorama de lo que encontraremos en las colecciones del Soumaya: Arte de buen gusto, que no provocará conflictos de ninguna clase entre sus espectadores, políticamente correcto; algo bastante nice e ideal para el tipo de gente burguesa que vivirá en sus alrededores.

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"Como una Kawasaki en un cuadro de El Greco"
Joaquín Sabina, Cuando Aprieta el Frío

Ver el edificio no me dice nada de lo que alberga, no refleja la vocación del Museo Soumaya, me dice más del ánimo megalómano y triunfalista de su benefactor. No quiero decir que el edificio sea feo, lo que pasa es que toma riesgos innecesarios; sólo encuentro un punto bueno, es un lugar totalmente independiente, pues no necesita de anexos para resguardar las piezas que no están en exhibición; todo está en el sótano, comunicado por un enorme elevador de carga. Hay un tip que tengo que darles: al llegar al Museo, tomen el elevador y suban al último piso, así no tendrán que escalar las empinadas rampas que tienen por objetivo volver el lugar transitable sólo a los alpinistas.

Una de las joyas del Soumaya:
La María Magdalena de Artemisia
Gentileschi (Fotografía del Autor)
Los grandes problemas están básicamente en las salas: una de ella es demasiado baja y provoca una sensación de ser muy apretada, las otras son demasiado abiertas y altas. Las formas circulares de los recintos provocan que se tenga que abusar del recurso de mamparas y bases, las cuales recortan en exceso el espacio, llegando incluso a volverlo laberíntico. No se extrañen si de repente ven que algunas piezas se encuentran demasiado abandonadas y alejadas de donde están los visitantes; lo que pasa es que quedaron escondidas entre tanta curvatura y tanto obstáculo. Hay a quien le gusta el color blanco inmaculado de las paredes porque ayuda al espectador a concentrarse en la obra, pero a mí me parece bastante aburrido y plano.

Si yo viera ese plateado lugar por vez primera y no supiera qué colección alberga, se me figuraría más como un museo de Arte Contemporáneo o como una especie de auditorio. Se ha hablado mucho de lo innovador y vanguardista que es el lenguaje arquitectónico elegido por Romero, de su forma de ola que parece más una copa, con ese patrón de formas hexagonales que me recuerda a un enorme panal. Es tan novedoso que invade... Está impuesto ahí para establecer el poder político, económico y cultural de un hombre que, de hecho, no es el mejor coleccionista...

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Escudos de monja del siglo XVIII,
elaborados por pintores notables de
la época, como Miguel Cabrera, José
de Ibarra y Francisco Martínez.
(Foto del autor)
Otro de los problemas que tiene el Soumaya desde siempre es la colección, volátil y heterogénea. Desde que entré a la carrera he escuchado cualquier cantidad de críticas, tanto de colegas como profesores, hacia el particular coleccionismo ejercido por la familia Slim a lo largo de los años.

Según tengo entendido, Slim ha adquirido colecciones de terceros en diferentes momentos de su trayectoria, a las cuales se han agregado varias piezas compradas que han sido de su agrado; el resultado es, como diríamos en México, "de chile, de mole y de manteca", podemos ver de todo un poco. El problema es que no hay un tema dominante que sea el eje de la colección; aquí no veremos el gusto de Franz Mayer por las Artes Decorativas, ni la convicción de Andrés Blaisten hacia el Arte Mexicano del siglo XX, ni la pasión de Ruth Lechuga por el Arte Popular.

Obra prestada al Museo Soumaya:
San Genaro de Andrea Vaccaro,
del Museo Nacional de San
Carlos (Foto del Autor)
Al ser una colección tan variada, no tiene la suficiente fortaleza para ser releída por los curadores sin tener que recurrir a piezas de otras colecciones. En el museo se alberga una de las pinacotecas más bellas de México, la colección de Juan Antonio Pérez Simón, la cual tapa muchos de los huecos que tiene la de Slim. Si son lo suficientemente ociosos para leer todas las cédulas, se darán cuenta que hay muchas piezas prestadas de otros museos de la ciudad. En la imágenes que he puesto para acompañar esta entrada, he puesto algunas de mis obras favoritas, las cuales son detalles destacados de un gran caos.

La permanente del Museo Soumaya es un eco a lo grande de lo que ocurría en Plaza Loreto, pues se debate entre lo monográfico y lo temático, destruyendo cualquier tipo de discurso que se le quiera forzar. En vez de manejar una lectura que conecte objetos diversos, se tratan varios temas que podrían ser fragmentos de exposiciones mucho más grandes y pensadas, y que están divididos a lo largo de los espacios como por azar.

La colección está exhibida de tal forma que te dice entre líneas "Tengo de esto, de eso y de aquello también, porque soy el hombre más rico del mundo": Pinturas de santos, caballos y Magdalenas; colecciones de marfiles, monedas, cucharas y acciones financieras; retratos de niñas, personajes y familias enteras, vestidos decimonónicos a lado de otros de Alexander McQueen, Valentino y Yves Saint Laurent, Arte prehispánico ¿por qué no? y esculturas de bronce de Rodin y Dalí... Se asemeja a una comida con muchos ingredientes pero con muy bajo contenido nutrimental...

La sección de Escultura (Fotografía del Autor)
La colección de escultura se encuentra en la parte más alta del Museo, iluminada por un techo con diversos orificios que permiten la entrada de luz natural. Ahí están las esculturas de Rodin y de Dalí que supuestamente son el corazón de la colección de la familia Slim. Sin embargo, esta parte no es para nada acogedora, porque los mismos pecados que se cometen en los pisos de abajo están presentes. Quisieron hacer de este espacio un lugar donde hubiera plena libertad para contemplar las obras, pero sólo consiguieron un enorme caos donde el espectador puede perderse por muchos minutos. Los bronces de Rodin se encuentran mezclados con otros de su época, y las esculturas de Dalí se encuentran en una parte apenas reconocible. Mi percepción personal fue más de ansiedad que de contemplación.

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El museo alberga lienzos de algunos
de los grandes artistas mexicanos,
como el paisajista Joaquín Clausell
(Foto del Autor)
Si después de haber leído esta crítica, te sientes con pocas ganas de visitar el Museo Soumaya, yo te recomiendo que lo hagas y te formes tu propia opinión. El que este museo tenga tantas fallas no significa que no valga la pena visitarlo. Es un museo cuyas piezas están en constante movimiento, sobre todo ahora que estamos apenas a un mes de que fue inaugurado.

El Museo Soumaya es un lugar bastante excepcional en el circuito de museos de la Ciudad de México y del resto del país. En pocos lugares puedes ver juntas obras de artistas europeos tan diferentes como Miró, Murillo, Rubens, El Greco y Monet; artistas mexicanos como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, Joaquín Clausell, Hermenegildo Bustos y José María Velasco, así como extranjeros que trabajaron en el país como Pelegrín Clavé, Eugenio Landesio y Claudio Linati. Quizás no se trata de la mejor obra de estos artistas, pero es de bastante buena calidad, digna de la chequera de un hombre como el ingeniero Carlos Slim, el hombre más rico del mundo y dueño del monopolio más rentable de nuestro país.

Además, y como si esto no fuera importante, abre todos los días y es gratuito...

Museo Soumaya en Plaza Carso
Lago Zurich 245, Colonia Ampliación Granada
Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México
Estacionamiento en la Plaza Carso
Estación de Metro más cercana: San Joaquín
Horarios: Lu a Mi de 10:30 a 18:30. Ju a Do de 10:30 a 20:30
Entrada libre
www.soumaya.com.mx

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